Jamás le preguntéis a alguien qué está bien y qué esta mal. La vida es un experimento para averiguarlo.
Cada individuo ha de estar consciente, alerta, vigilante, experimentar con la vida y averiguar qué es bueno para él. Sea lo que fuere lo que os aporta paz, lo que os hace felices, lo que os brinda serenidad, lo que os acerca más a la existencia y a su inmensa armonía, es bueno. Y aquello que os crea conflicto, desdicha, dolor, está mal. Nadie más puede decidir por vosotros, porque cada individuo tiene su propio mundo, su propia sensibilidad. Es único. De modo que las fórmulas no van a funcionar, no han funcionado. Todo el mundo es prueba de ello.
Jamás le preguntéis a alguien qué está bien y qué está mal. La vida es un experimento para averiguarlo. A veces podéis comprometeros con lo que está mal, pero eso os aportará su experiencia, os hará conscientes de lo que hay que evitar. A veces quizá hagáis algo bueno y os beneficiaréis inmensamente de ello. Las recompensas no están más allá de la vida, en el cielo y el infierno. Son aquí y ahora.
Cada acción provoca su resultado de forma inmediata. Solo tenéis que estar alertas y vigilar. Llamo maduro al hombre que ha vigilado y averiguado por sí mismo qué está bien, qué está mal, qué es bueno, qué es malo. Y al hacerlo, adquiere una tremenda autoridad. Lo conoce de manea absoluta. Todo el mundo puede decir otra cosa, para él es lo mismo. Posee su propia experiencia y eso es decisivo.
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